Granjas Knutzen

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Actualización semanal de Westlake 22.9.21

 

Artículo destacado: Granjas Knutzen

 

"La pasión de una familia por las patatas"

 

Al llegar a la esquina noroeste del estado de Washington, verás campos de cultivos florecientes e hileras de tulipanes según la época del año, pero la verdadera joya está justo debajo de la superficie. Las patatas rojas, amarillas y blancas asoman silenciosamente en la tierra, esperando a que la familia Knutzen las coseche de su fértil suelo. 

 

El valle de Skagit es uno de los mayores y más críticos valles agrícolas del país, y con razón. A lo largo de este rincón del mundo, los ríos Skagit y Samish inundaron la zona durante miles de años, depositando en el suelo materia rica en nutrientes, convirtiéndolo en la exuberante y fértil región de hoy. Pero mucho antes de eso, dos visionarios trabajadores, Metta y Jess Knutzen, de Dinamarca, tuvieron que ver más allá de la áspera tierra plagada de "tocones y enganches". Su sueño de encontrar un lugar "donde la hierba permaneciera verde y las flores florecieran todo el año" se hizo realidad. Aunque no sin mucho trabajo.   

 

Con la ayuda de sus siete hijos, hay que felicitar a Jess por esa hazaña; no sólo plantaron las primeras patatas, sino que sembraron la semilla de la pasión para las generaciones venideras. 

 

Esa pasión sigue prevaleciendo en la quinta y sexta generación de Knutzens. Pero, de nuevo, el componente familiar es vital. Gracias a esta apasionada familia de agricultores, son conocidos por producir las mejores patatas rojas del territorio continental de Estados Unidos.  

 

Esa familia se extiende más allá de la quinta y sexta generaciones que dirigen hoy la explotación. Los Knutzens tratan a cada cosecha como si fueran sus hijos. Los cuidan con mimo desde la semilla hasta la mesa, y se aseguran de que siempre obtenga unas patatas de calidad superior.

 

El suelo, el sol y, lo que es más importante, la familia, son los motivos por los que las patatas rojas, amarillas y blancas de Knutzen Chuckanut Valley son mundialmente famosas. En un mundo donde las cosas son tan inciertas, reconforta saber que algo que empezó hace más de cien años sigue en las mismas manos.

 

 

 

 

 

 

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